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El maíz es un alimento utilizado desde las mismas civilizaciones precolombinas de toda Mesoamérica (México y Centroamérica). Tiene un sin número de usos, dependiendo de su tipo y variedad. La industria y tecnología han contribuido a los procesos de transformación del mismo en harina, lográndose conseguir el producto molido en forma fresca en los “molinos” o bien en paquetes sellados en los supermercados.
La tortilla constituye quizá la cara de presentación del maíz. Se consume durante todo el año, en cualquier ocasión, con todo tipo de comidas. La tortilla hecha a mano es mucho más tradicional, aunque hoy día, en lugar de cocinarlas a leña (que todavía sigue habiendo lugares en que se calientan así) las cocinan en comales especiales como son los mismos sartenes eléctricos.
Se elaboran también en forma industrial, por lo que es común encontrar paquetes de tortillas, en bolsa plástica, empacadas y refrigeradas. Éstas, por lo general, son menos favorecidas que las originales, recientemente hechas a mano y cocidas sobre el comal de hierro.
Nos relata la historia, que para moler el maíz, nuestros indígenas utilizaron varios instrumentos diseñados por ellos mismos, en material como piedra volcánica, llamados metates, metlapil, molcajetes y otros términos propios. Muchos ahora están en Museos y casas de conservación. Hay varios suertudos que conservan piezas originales en sus casas. Lo mismo ha sucedido con los comales, originalmente elaborados como delgados discos de barro cocido y actualmente hechos en metal, aunque perviven los de barro.
La transformación del maíz en tortillas requiere un proceso en el que se utiliza agua, calor e hidróxido de calcio. La gente acostumbra en forma casera a cocinar en ollas a fuego con leña, el maíz desgranado, con agua y ceniza, para que ayude a soltar la cáscara que cubre cada grano.
Aun cocinando con electricidad, es necesario remojar el maíz por los menos de un día para otro y cambiar el agua, para luego cocinar por lo menos 1 hora con un poquito de sal. Se escurre y se deja enfriar. A partir de aquí muele con una maquina especial (moledor) o bien podría usarse un procesador, pero la textura no sería la misma.
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En varias de mis entradas, he usado como base las tortillas amarillas. Estas se generan a partir del maíz amarillo. Yo logro comprar la masa de molino, sea blanca o amarilla. Luego le incorporo sal y a veces algún condimento. También se vende en los supermercados, en paquetes, en forma de harina.
Uno de los atractivos de los restaurantes tìpicos es ofrecer tortillas de queso. Estas son el resultado de mezclar la masa con bastante queso y unas cucharadas de natilla (crema, nata, sour cream). El queso se ralla y se mezcla. Se forman bolitas de masa, se aplanan con una prensa, ayudados de plástico y luego se cocinan en un sartén, ponga atención, sin nada de grasa.
Si se usa un comal, apenas se puede pasar una servilleta o una tela, con un par de gotas de aceite, para dar brillo a la superficie. De esta forma las tortillas quedarán secas y crujientes. De usar aceite, obtendrá una fritura, que aunque rica, no será la tortilla.
Una vez cocinada por ambos lados, se sirve de inmediato y usted elige con qué acompañarla, más queso, natilla, salchichón, o así solas, son excelentes. Las de maíz blanco, se le puede pasar mantequilla y rociar con unas boronitas de sal y saben riquísimas.