La comida de Costa Rica si bien es cierto tiene influencias que llegaron con los conquistadores, también se origina de los hábitos gastronómicos de nuestros primeros pobladores indígenas y las primeras poblaciones que aquí se originaron.
Hace muchos años las familias eran muy numerosas, la mayoría de la población se dedicaba a la agricultura, como una forma de auto abastecimiento. Era común la descendencia de hasta 15 o más hijos por matrimonio, por lo que alimentar a tantos significaba usar todos los recursos disponibles, se consumían casi todo tipo de hojas, como las de remolacha, rábanos, flores de itabo, las del árbol de poró, cogollos de plantas y se mezclaban los ingredientes de forma ingeniosa.
Era muy común también en toda casa tener gallinas, por los huevos y por que las sopas y arroz con estas aves estaba a la orden del día. Ni que decir del maíz, transformado en masa para tortillas y cuanta receta se pueda hacer con ella. Así nace esta singular receta: “Lengua fingida”, una mezcla de pollo con masa, a falta de la buena carne y de alto costo por aquellas épocas.
Se cocina una buena pechuga de pollo sin piel, (previamente “adobada”) en agua con buenos condimentos, hierbas y especias que nos den un buen caldo, el que vamos a reservar. Se le puede agregar un poquito de achiote para darle color. Al estar suave se deja enfriar, se elimina el hueso y se desmenuza.
Todo queda bien revuelto en una sola masa. Debe quedar una consistencia espesa de manera que se pueda envolver en hojas de plátano como un tamal.
Cada tajadita se pasa por huevo batido y se fríe en aceite en un sartén. Estas tajaditas fritas que fingen ser pedazos de lengua sirven para acompañar un plato cualquiera de comida, o ser servidas en tortillas y un poquito de ensalada. Me encantan estas comidas de antaño y lo mejor, que se pueden seguir disfrutando. Anímese a prepararla.