La palma es una especie endémica en
todas las selvas. En Costa Rica hay diferentes variedades, donde según su tipo
se utilizan las hojas para construir ranchos y techos; algunas por sus frutos
como la del pejibaye, las aceiteras, las que son solo ornamentales y las que se
aprovechan por sus tallos o cogollos blancos y tiernos, conocidos como palmito.
Hay palmitos “dulces” que tienen gran
aceptación en la mesa de los Costarricenses, donde se utiliza en muchas
recetas, picadillos, ensaladas, arroz y pasteles. Este palmito es de gran
producción en el país y se consigue muy fácil en ferias, mercados e
industrializado, por su rápida regeneración. También hay otras variedades de
palmitos más amargos, como el de una palmera enana, llamado súrtuba, que se
come asada y no a todos gusta.
Pero sin duda una palma que sobresale es la “palma real” o palma de montaña. Una variedad que en tiempos pasados era muy común en la zona sur y otras áreas montañosas y potreros. Se regenera naturalmente, por intervención de los animales que comen los frutos, se tragan las semillas y los jugos gástricos les desgastan la corteza para depositarlas en otros puntos y seguir la producción natural, que tiene un lento desarrollo. No obstante, es una actividad ahora muy controlada, para evitar que se extinga, por lo que es poco probable encontrarla en venta. En algunas rutas cerca a las carreteras se ofrece, pero debe estar certificada con los permisos respectivos. Habitantes de estas zonas alejadas o montañosas, tienen la suerte de disfrutar aún de este manjar.
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Además de saborear su palmito, la
palma real es apetecida por el uso de sus hojas para decoración, productos
medicinales y ornamentales, aceites, jabones y artesanías. El tallo es
aprovechado como madera, para jaulas y cañas de pezca, se extrae vino de su
tallo y son las que aportan las hojas en “Domingo de ramos” de Semana Santa. De
ahí estricto el control de venta.
De tener la posibilidad de tener
palmito real, puede seguirse cualquier receta con palmito. La única diferencia
es que sí tomará un color más oscuro en la preparación, pero con un sabor más
acentuado que lo harán saber que se trata de un ingrediente “exquisito”.
Aquí les comparto un “gallo” de
picadillo. Tras cristalizar una cebolla bien picada, se añade el palmito
hervido en agua y picado, luego se condimenta con un poquito de sal y
finalmente se añaden huevos medio batidos, para dejar cocinar y formar el
picadillo. Se le da color con un poquito de culantro picado y así está listo
para comer con tortillas. Una receta de la realeza natural que se disfruta aquí en la Cocina Costarricense.