Hay recetas que uno aprende a prepararlas en el mismo orden
o procedimiento toda la vida. Sin pensar qué pasaría si le añado esto y o
cambio por aquello, verdad? Ya es como por inercia. Y cuando le dicen a uno,
intente hacerlo de tal manera, se queda uno titubeando con el sustillo que no
le vaya a funcionar y va a echar uno a perder aquella vaina.
Tal es el caso de las albóndigas. Usted puede arreglar la
carne molida con ajo picado, añadir si o no cebolla, chile, apio, condimentar
al gusto, poner si o no 1 huevo, o pan o masa.. la cosa es alistar las
peloticas de carne para luego cocinar.
Si fueran para sopa, ya sabemos que es bueno tenerlas en la
refrigeradora un rato y añadirlas al final, a fuego bajo, sin tapa y casi sin
mover. Pero si es en salsa el antojo, pues al menos en mi casa se alista una
salsita natural de tomates, con buenos olores, caldito suficiente y ahí se
añaden las albóndigas a cocinar.
Ah, pero me dicen que cocine primero las albóndigas! La
Santísima Trinidad! y si se esbaratan? pues me animé y el asunto es poner 1
taza de agua en una olla y dejar hervir. Ahí, oiga usted, ir poniendo las
albóndigas, dejas unos minutos a que cambie de color, seguido añadir unas dos
papas y 1 zanahoria picada, achiote, condimento (salsa inglesa), el chile, cebolla,
culantro, un par de tomates picados y dejar que se vayan cocinando lentamente y
añadir un poquitico más de agua para que todo se cocine bien. Si se quiere más
espesita la salsa, añadir entonces 1 sobrecito de salsa de tomate preparada,
culantro y listo.