De esas recetas de antaño y muy terruño tico, el arroz
“guacho” recibe su nombre por el excedente de caldo y la consistencia que no
termina de ser un arroz tradicional, ni tampoco alcanza la categoría de sopa.
Siempre habrá quien no vaya a encontrar la gracia, pero para otros muchos esto
es un encanto de comida.
Una recomendación fácil es cocinar
previamente la carne (pollo, pero también se puede usar posta de cerdo) con suficiente agua a cubrir, especias naturales, que
le brinde un buen sabor. Desmenuzar la carne, colar y reservar este caldo.
En una olla, se sofríen los “olores” (cebolla, chile dulce,
ajos, apio) en aceite y poquito de mantequilla, una pizquita de achiote para
darle color. De inmediato añada verduritas tiernas, peladas y partidas
(zanahoria, vainica, chayote, papa), deje sofreír estas también unos minutos y
añada el caldo, la carne y deje que alcance el hervor.
Entonces añada un puñito de arroz (1 taza por ejemplo o más
según el gusto y cantidad de comensales). Debe ser poco para que se cocine bien
con el líquido y que al final siga sobrando caldito. Condimente o rectifique el
sabor que ya tenga, mezcle suavemente y deje que el arroz se reviente. Al final
un poquito de culantro picado es el detalle perfecto antes de servirlo.
Otra opción es poner a cocinar costilla de cerdo, con "olores" y vegetales, cuando ya está suave la mismo y aún con buen caldo, se añade el arroz y ahí se deja reventar.
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