Como les había comentado antes, siempre me gustó visualmente
la berenjena. Su color, el brillo y forma. Siempre la visualicé en un centro de
mesa. Más por la mala experiencia de probar un par de recetas servidas, la
había marcado como ajena a mi cocina.
Luego dándole una nueva oportunidad, con el Ratatoille,
redescubrí un buen sabor y eso mismo me llevo a prepararla en lasaña, pastel y
dips. Ya sé como manejar su textura, su sabor y disfrutarla al saber que tiene
un sabor propio, con ese toque de amargo que también lo tienen otras cosas,
como las hojas de mostaza, flor de itabo, la toronja.
Así que a veces me antojo y me llevo un par entre mis
compras. Algo sale con ellas; y aquí vine a dar con esta receta, sacada entre
lo que tenía y lo que necesitaba gastar.
Haga líneas con un pelador de verdura sobre la cáscara de 2
berenjenas enteras. No pelar completamente. Partir a la mitad conservando el
tallo de unión para que sostengan su forma. Haga unas incisiones al centro de
cada mitad y mantenga en agua salada unos 10 minutos. Escurra y saque con 1
cuchara las semillas del centro formando canastas.
Entonces rellénelas a su gusto, yo usé un picadillo de
plátano con carne que tenía, pero puede rellenar con solo carne molida cocinada,
trocitos de pollo, embutidos o con lo que tenga por ahí y que considere
funcione como relleno.
Cubra con salsa de tomate preparada (tipo chunky que tiene
un grado de picante), bañe con un poquito de queso mozarella, póngalas en un
molde forrado de papel aluminio y lleve al horno hasta que el queso se gratine.
Al final se sirven las mitades y les cuento que sabe como a
pizza, como a pastel, como a invento que sí funcionó!
1 comentario:
Tienes mucha razón, a veces nos negamos a seguir disfrutando de ciertos productos por una mala preparación, me encantó la idea de rellenarlo con picadillo de plátano y por supuesto que es una exquisitez.
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