Es de respetar que no a todos gusta este corte de carne. Sin
embargo para quienes si lo disfrutamos es de resaltar sus propiedades
nutricionales, tanto como que se consuma al menos una vez a la semana. Aporta
proteína y hierrro que ayuda a las células a generar energía. Favorece la
circulación del oxígeno en todo el cuerpo y contribuye a la eliminación de
patógenos dañinos, como virus y bacterias por parte del sistema inmune.
Importante saber escoger al comprar un buen corte. Que sea de color vivo, sin
manchas y el mínimo de tejido blanco.
Muy importante es
dejarlo en remojo ya sea con agua por al menos 1 hora antes de su preparación y
de forma ideal en leche. Eso hace que mantenga su jugosidad y suave textura al
cocinar. Se adoba con comino, salsa inglesa, ajos, pero NO se le añade sal.
Todo en un mismo recipiente con la leche (o el agua).
Luego se pone el sartén a fuego medio y se colocan los
hígados, apenas a "sellar" la carne por ambos lados y se retira. En
el mismo sartén se sofríe la cebolla, tomate, de manera que se genere una salsa
natural.
Ahí se regresa el hígado reservado y se deja que termine de cocinar. De esta manera se evita que seque y queda suave. Es opcional añadir vino tinto a la misma salsa de tomate, o una cucharadita de mantequilla. Cuando ya se está cocinando en la salsa es momento de poner la sal. Si no se quiere en salsa se hace el mismo procedimiento hasta sellar. Se saca, se le hacen unos cortes y se regresa al fuego medio bajo para que no seque y se cocine. Si no se sirve de inmediato, es impotante también mantener tapado para que mantenga su textura. Buena cebolla, arroz, papas y ensalada y listo a disfrutar.
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